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Mensajes desde el Universo

Libro Raenio

Libro Raenio
 

Podéis solicitarlo al Apartado Correos 1187 

50080 ZARAGOZA

El precio es de 10 Euros más los gastos de envío

Al adquirir este libro usted está ayudando a jóvenes de familias desestructuradas.

El autor de este libro así lo quiere, ayudar a jóvenes, los mismos que le quitaron la vida.

No quiere que vuelvan a hacer lo mismo por eso todo lo que se recaude de la venta de este libro irá destinado a un fondo para ayudar a esos jóvenes.

 

 

Se incluyen el primer y último capitulos 

Capítulo I 

Aquella noche escuché a través de la música: Esta canción la encontrarás en “zona basic volumen II”.

Habíamos venido de pasar el fin de semana con los primos en la playa. No tenía sueño;  mi hermana A. había preparado un café tan fuerte que no podía conciliar el sueño. Mi marido y mi hija estaban acostados, yo no podía dormir. Así que me senté a la mesa de la habitación de Juan.  Encendí el aparato de música  y me relajé;  la música que oí en esos momentos era  suave, el sonido de las olas del mar  cuando llegan a la playa  en un día tranquilo.  El volumen de la música bajó y se escucharon esas palabras.  Con un lápiz las anoté en un papel  y seguí con la relajación.

A la mañana siguiente  a través de Internet,  en un buscador,  escribí la frase  que había anotado la noche anterior.  ¡Cuál fue mi sorpresa! La encontré en novedades; Abril 2001.  Me llamó la atención; era  el mes y el año en que habían matado a Juan. Fui abriendo, zona, basic, volumen, II, y no podía dar crédito a lo que  allí estaba viendo.  Llegué a “la plaza pública”;  el dibujo que allí figuraba  me recordó al interior de la iglesia de Santa Isabel,  la iglesia que está en la plaza del Justicia,  donde acuchillaron a Juan.  Seguí navegando  y llegué al Sueño Eterno.  Allí encontré a Raenio,  no daba crédito a lo  que estaba viendo. A., mi compañera de trabajo, estaba conmigo leyendo lo mismo que yo.  –Elena, ten cuidado; van a pensar que no estás bien- me dijo-;  la expresión de mi cara  cambió,  empezaba a sonreír.

Desde este día empecé a encontrarme mejor; estaba ocupada en buscar cosas.  Cuando llegaba a casa,  me conectaba a Internet  y buscaba. Fui oyendo más frases a través de la música,  en todas había algo para mí.  Confeccioné un libro de canciones  de Marco Flores.  En  las letras de esas canciones  había mensajes para mí.  Fueron unos días muy emotivos. Lo consultaba todo con G. y con A., muy amigos míos.  Ellos me ayudaron a descifrar  en muchos momentos cosas  que no entendía,  eran mensajes de Juan. Se ponía en contacto conmigo a través de la música  (le digo a mi madre que escuche la música, sólo tiene que levantar la mano para poner la música que yo quiero que escuche).  Esto se lo dijo Juan a M.  Fue la primera vez que a través de J. H.,  hermano de M., pasó la energía de Juan. Empecé a salir del agujero en el que estaba metida  desde el momento en que empecé a recibir  todos estos mensajes.

¡Cuánto me hubiese gustado compartirlos  con mi marido,  pero no pudo ser.  No cree que hay vida después de la muerte  o quizá no quiera compartir  por el momento,  o  no ha tenido la necesidad que yo he tenido de buscar la energía de Juan. Todos no tenemos la misma manera de pensar  y por eso respeto su opinión;  él también respeta la mía.  Me hubiese gustado compartir con él  todo lo que iba descubriendo,  pues a mí es lo que me ha ayudado a salir  y, como a mí me ha servido,  me hubiese gustado que él lo hubiese compartido conmigo.

Cuando estaba conectada a Internet,  la flecha del ratón iba ininterrumpidamente  a parar al mismo sitio. Una y otra vez me dirigía a una escuela de escritura.  Siempre me equivocaba en el mismo sitio,  pinchaba y saltaba a mi correo electrónico; era la inscripción para hacer un curso de escritura a través de Internet. Me inscribí,  recibí material y los primeros ejercicios.  ¡Cuál fue mi sorpresa al descubrir que mi tutora era de Zaragoza, Marta Sanuy! En sólo unos días empecé a escribir, a escribir y a escribir.  Mis dedos se deslizaban a través de las teclas del ordenador y mi mente se conectaba con la energía de Juan. Eso fue lo más maravilloso que me pudo ocurrir desde que él dejó este mundo. A través de la relajación podía conectarme con su energía;  su energía pasaba a través de mis manos  y mis manos tecleaban en el ordenador. Empecé a vivir de nuevo y a ser otra persona.  ¡Yo que nunca había escrito nada, ahora escribía con tanta facilidad  tantas cosas  y tan bonitas!, o por lo menos a mí me lo parecían. Empecé a hacer los primeros ejercicios que Marta me enviaba, con los temas que ella me mandaba. Siempre  trabajaba cosas relacionadas con Juan  de cuando estaba aquí en la tierra y eran cosas que yo no sabía de él;  ya sabéis cómo son los jóvenes  que a los padres  no nos cuentan ni la mitad de sus vivencias. Como decía anteriormente, eran escritos de cuando Juan estaba viviendo aquí en la tierra; luego empecé a escribir  cosas que mi mente captaba,  eran de los guías espirituales de Juan. Cuando dejas la tierra, esos guías  te esperan para informarte de tu estado y te ayudan a superar el trance que provoca pasar por una muerte traumática.  Pues bien, podía escribir todo eso fácilmente  pero estando relajada,  sentada  en la mesa de la habitación de Juan.

Capítulo XIV 

            ¡Soy tan feliz, mamá, de que lo hayas conseguido!... Has tenido mucha ayuda de todos nosotros  pero tú has sido la que has tenido que elegir el camino, y a pesar de tantos obstáculos,  has elegido el  correcto. Por eso, mamá, soy muy feliz,  has comprendido que la vida es para vivirla y que  nadie nos pertenecemos. Por eso y por muchas cosas más  has visto la luz.

            Mamá eres tan humilde  que no puedes darle importancia a esto que te está ocurriendo. Para ti es tan sencillo, te conectas con tanta  facilidad con todos nosotros,  a nosotros nos gusta  mucho  que te lo hayas tomado de esta manera,  que no hayas hecho alardes de lo que te está ocurriendo. Eso está muy bien, mamá, pero tienes que comprender  que hay que darlo a conocer porque habrá muchas personas  que puedan hacer lo mismo que tú estás haciendo  y tú tienes el deber  de comunicar lo que te está pasando. El que te conectes con tanta facilidad con el más allá,  no puedes guardártelo para ti misma,  además de la forma como tú lo haces, tan sencillo,  sin invocar a nadie,  sin música,  sin túnicas blancas,  simplemente llenándote de luz.  Así de sencillo.

            Así como tú   lo has conseguido,  mucha gente lo conseguirá  y podrá ayudar desde la tierra a sus seres queridos.

            Mamá, esas personas que no crean que hay vida después de la muerte,  querrán hacerte mucho daño,  querrán desacreditar lo que tú vas a demostrar; pero no te preocupes, mamá. Esas personas que intenten hacerte daño,  cuando se mueran y vengan aquí arriba,  se darán cuenta de muchas cosas.

            Hay tantas teorías en el mundo,  hay tantas personas en el mundo,   no todas van a tener que ir por el mismo camino, porque unos tengan una forma  distinta de pensar,  se supone que se vive en tiempos de libertad de creencias,  cada cual que piense lo que quiera,  cada uno es dueño de sí mismo.

            Mamá, lo tuyo no va a ser convencer a esas personas que no crean que hay vida después de la muerte,  sino transmitir lo que ya sabes a los demás. El que no lo crea peor para él, así de sencillo, mamá. Como país libre que se supone que es ése,  también es libre  la forma de pensar,  ni más ni menos.

            El estado de las personas  cambia por muchos motivos  a lo largo de la vida. Habrá casos aislados,   pero lo más grande en este mundo es el amor de una madre hacia su hijo. Mamá, tu amor ha sido  tan grande hacia mí  que yo te he regalado este libro para ti. Muchas veces me has preguntado porqué hablaba tanto de ti, muy sencillo, mamá, porque  no puedo hablar de otra manera, cuando me refiero a ti. Has luchado tanto por mí y tanto me has querido,  que no hay nadie en el mundo entero  que haya hecho lo mismo que tú.  Por eso y por muchas cosas más,  este libro es para ti, mamá, es un regalo que yo te quiero dar.

 

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