21ª, 22ª, 23ª y 24ª Reglas de amor
Quiero compartir con todos vosotros unas "reglas de amor" 60 en total, que nuestro Maestro Jesús ha dictado a mi madre para "El libro del amor, 365 días de amor". El cual ha promovido nuestra Fundación por el 10 aniversario de la misma.
Deseo las trabajéis y tengáis presentes en el hacer diario
Vigésima primera regla de amor
LA CONSCIENCIA
Mientras estéis en el orden que marca vuestra vida terrenal y sepáis afrontarla como es debido y vuestros receptores quieran de vosotros lo que no está establecido en vuestros canales, no podréis concretar cuál es la verdadera situación de uno y otro.
Es comprensible que cuando estáis en un estado de bienestar que os ha tocado vivir, no os acordáis de vuestros hermanos que no han pasado por lo que estáis viviendo. En ese momento debéis poneros en la piel de esas personas que no tienen lo que vosotros sí tenéis. Y ahí está la respuesta, ¿qué hacéis y como vais a responder ante ellos?
Hoy repetiremos:
“Me pongo en la piel de mi semejante”.
Amados míos, en vuestro mundo que también fue el mío hay muchas injusticias, hay mucho desaliento y también hay mucho desorden. ¿Cómo responder ante ello?
Mientras no seáis conscientes de que todo forma parte de un mismo universo, de un mismo bienestar, de que todos deben tener las mismas oportunidades en la Tierra en que vivís, no se llegará a la unidad que es lo que verdaderamente se quiere de todos vosotros. Mi Padre, vuestro Padre, desea lo igual en todos sus hijos.
Vigésima segunda regla de amor
LA HONESTIDAD
Cada uno de vosotros amaréis y cuidaréis vuestra manera de ver las cosas, de amarlas y contemplarlas desde la perspectiva de que sois creadores de un mismo Padre. Al haber sido compuestos de un cuerpo para realizar el trabajo encomendado no debéis de olvidar que venís de un mismo Padre y, como tal, sois creados todos por igual.
Cuando en verdad comprendáis que es obvio no cambiar el estado de lo que sois, en realidad habréis comprendido que no siempre sois honestos con vosotros mismos.
Hoy repetiremos:
“Soy honesto conmigo mismo y con los demás”.
Bienvenidos a mí y bienvenidos a este estado del ser cuando vuestra honestidad se palpa en el ambiente del cual somos todo con el uno.
Afrontaréis la vida con mi presencia en vosotros y cuando hayáis comprendido la verdadera esencia a lo que habéis venido, entrará en vosotros una gran tranquilidad y comprensión que os hará distinguir lo que es el verdadero amor hacia vosotros mismos y hacia los demás.
Vigésima tercera regla de amor
LA ALEGRÍA
Cuando sois conscientes de vuestra manera de vivir, de profundizar las cosas que albergan a vuestro alrededor, de diversificar el estado de los que conviven a vuestro lado y la manera de comportarse ante vuestra presencia, el efecto rebote entrará en vuestro interior y analizará vuestro estado de comportamiento, que deberéis analizar y diversificar en el momento presente.
En estados de máxima confianza en vosotros y de vuestros allegados habréis compartido vuestras semillitas de lo que llamáis familiarmente empatizar y discernir ante cualquier adversidad que os haya llegado.
Hoy repetiremos:
“Mi alegría la comparto con mis allegados”.
Mis amados, sed recibidos con alegría en nuestro entorno de paz y serenidad. Aquí encontraréis la profundidad de lo que en verdad habéis elegido y amado. Sed envueltos por nuestro Padre que os ha encargado que seáis sus transmisores de la ver-dadera amplitud de sabiduría y encanto personal.
No penséis que estamos lejos de vosotros. Vivimos a vuestro lado y os regalamos la sonrisa y alegría de la cual somos partícipes de nuestro Padre y creador.
Vigésima cuarta regla de amor
LA PRESENCIA
La presencia se dará cuando comprendáis que no estáis solos y que vivís rodeados de seres que os acompañan y caminan a vuestro lado. Se os abrirá una gran apertura a la sabiduría que alberga en vuestro interior y os hará ver cosas que antes no veíais, ni que os dabais cuenta de que podían existir.
Avanzad y unificad vuestro comportamiento hacia esos estados de perfección, y regresad al momento en el que os ha llamado a la presencia del Padre; es entonces cuando habréis llegado a sentir lo que en verdad es la verdadera estabilidad.
Hoy repetiremos:
“La presencia del Padre alberga en mi interior”.
Amados míos, mi presencia está en vosotros y con ella vais a seguir en vuestras vidas terrenales. Habéis de compartirla con esos hermanos vuestros que todavía no la han sentido ni mani-festado.
Vuestra actitud ante circunstancias adversas ha de realizar la labor que os encomiendo de repartir mi amor hacia aquellos hermanos que no han sentido lo que en vosotros ya alberga en vuestro interior.
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