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Mensajes desde el Universo

25º, 26º 27º y 28º Reglas de amor

25º, 26º 27º y 28º Reglas de amor

 

Quiero compartir con todos vosotros unas "reglas de amor" 60 en total, que nuestro Maestro Jesús ha dictado a mi madre para "El libro del amor, 365 días de amor". El cual ha promovido nuestra Fundación por el 10 aniversario de la misma.

Deseo las  trabajéis y tengáis presentes en el hacer diario

 

Vigésima quinta regla de amor

 LA AMABILIDAD

En el entorno que vivís y os movéis, no siempre es como deseáis que fuese. Es comprensible que la vida misma no siem-pre es como nos gustaría que fuese. Analizad lo que hay a vues-tro alrededor, en vuestros hogares, trabajo, lugares de ocio. Ampliad vuestra percepción de las cosas y averiguad en qué estados estáis en los distintos puntos que os encontráis.

No siempre habrá apertura de lo que vosotros necesitáis en cada momento. Por ello deberéis estar alerta y con amabilidad, saber estar, sin necesidad de alterar vuestro comportamiento ante vuestros semejantes. 

Hoy repetiremos:

“Mi amabilidad llega a los que conviven a mi alrede-dor”.

Bienvenidos, amados míos, a este oasis de paz que os reco-miendo cuando estáis en estados de comportamiento no gratos para vosotros. Debéis de ser amables con vosotros y con los que os acompañan.

Amad siempre todo lo que hay en vuestro entorno y con ello crearéis lo que verdaderamente necesitáis para conseguir ese estado de paz.


 

 Vigésima sexta regla de amor

 LA ESTABILIDAD

La importancia en vuestras vidas de un estado estable es imprescindible para el buen desenvolvimiento en el entorno donde os movéis. Lamentablemente no siempre se consigue, pero con un aprendizaje por vuestra parte llegaréis a conse-guirlo.

Cuando se es consciente de que lo justo aflora a vuestro alrededor, ayuda favorablemente al buen comportamiento. No siempre ocurre esta circunstancia. Por todo ello seréis cautos ante estos momentos.

Hoy repetiremos:

“Soy amable conmigo mismo y con mi entorno”.

Bienaventurados los que con fe y cordialidad llegan a mí. Es en ese instante cuando llegan a sentir una estabilidad mag-nífica ante ellos y, como no, ante los que están cerca de ellos.

Mi bendición y gratitud para quien acude a mí y es trans-misor de mi palabra y del buen estar y logre el estado de esta-bilidad que se requiere para cumplir con su cometido. 


  

Vigésima séptima regla de amor

 LA TERNURA

Cuando la ternura está incrustada en vosotros, no hay pala-bras, no hay gestos que no sean de amor hacia vuestros seme-jantes. Ampliaréis vuestros conocimientos a lo largo de vuestro caminar para expandir lo que hay dentro de vosotros.

Los que a vuestro lado estén notarán vuestra capacidad de dar y afrontar los desaires que puedan transmitiros los que no han llegado a sentir lo que en vosotros está albergado.

Hoy repetiremos:

“La ternura que hay en mí la uno a todos los demás”.

Amados míos, sed en vuestro caminar ligeros y sin cargas que os puedan dificultar vuestro crecimiento hacia mí. Me uno a vosotros en ese caminar y juntos disiparemos los bloqueos que se puedan originar en nuestros hermanos.

Enlazad con nuestro Padre vuestros nuevos propósitos para llegar a ofrecerlos a los que tenéis a vuestro alrededor y facili-tarles el camino hacia Él.


 

Vigésima octava regla de amor

LA SABIDURÍA

Aunémonos ante todos los sinsabores de la vida para ele-varlos al Padre. Esa es la verdad ante una persona sabia. No alentéis cosas que no podáis ofreceros, ni ofrecer a los demás. El sabio no es sabio por saber más sino por investigar en su in-terior lo que se puede hacer y lo que no.

Es comprensible que más sabe el que alienta y ofrece al Padre sus errores que el que alardea de saber más que el Padre. No os desalentéis por no saber más que vuestro hermano y res-petad su sabiduría y buen hacer.

Hoy repetiremos:

“Mi sabiduría la pongo al servicio de mis semejantes”.

Mis queridos hermanos, el saber no ocupa lugar. Es un dicho vuestro ahí en la Tierra. Mi sabiduría siempre la pongo en manos de mi Padre, vuestro Padre, y Él la hace llegar a todos vosotros, los que estáis conmigo.

Seréis muy dichosos si así actuáis y recompensados en amor por vuestro ofrecimiento a vuestros hermanos, porque todos somos iguales a los ojos de Él.

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